martes, 8 de diciembre de 2009

El arte a juicio


El arte a juicio
(ed. de Luis Ruiz y María Jesús Ruiz)
Valencia
Tirant Lo Blanch - Diputación de Cádiz, 2009


PRESENTACIÓN

-¡Hey, Hitler!
-¡Hey, yo mismo!
-¡Eso no está en el guión!
-No deberías despreciar una carcajada

(Ernst Lubitsch, Ser o No Ser, 1942)

-¡Vecinos de Villar del Río! Soy vuestro alcalde, y como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y como os debo una explicación os la voy a dar, porque soy vuestro alcalde…
(José Isbert en Bienvenido Mr. Marshall, de Luis G. Berlanga, 1952)

Si la espontánea burla de Franco lanzada por José Isbert desde el balcón del Ayuntamiento de Villar del Río pasó desapercibida para los censores de la época, la corrosiva sátira de Hitler ideada por Lubitsch estuvo prohibida en España hasta los años setenta, en que comenzó a exhibirse en las salas de arte y ensayo. Diferentes fortunas, pues, corrieron, estas dos obras de arte que en nuestro imaginario vienen a representar lo mismo: la libertad creadora y, por medio de ella, la denuncia de los dictadores, y de cualquier modo de poder estrafalario basado en la prohibición y el exterminio.

En las últimas Jornadas de Arte y Crimen (El arte a juicio) quisimos juzgar a los que juzgaron y condenaron el arte –por serlo- siglo tras siglo, y pretendimos leer y mirar sin prejuicios obras ocultas, prohibidas o quemadas por los ejecutores de la limpieza moral, tan extendidos. Las Jornadas se celebraron en el Palacio de la Diputación de Cádiz entre el 22 y el 24 de octubre de 2008 y los convocados, leales a nuestra intención, rescataron las páginas incendiadas, las pinturas cubiertas y las palabras silenciadas, desplegando un abanico de versos e imágenes que alguien, en algún momento, nos había privado de conocer. En estas páginas que siguen, curioso lector, se recoge todo lo que allí fue dicho, además de un puñado de aportaciones de personas que no pudieron estar pero que han querido sumarse al goce de mirar con libertad lo que con libertad fue creado.

Este libro es así una estancia más del cada vez más amplio y poblado espacio de Arte y Crimen. Hasta aquí llegaremos buscando las razones inexplicables para criminalizar el arte y, de seguro, no saldremos de él explicados, pero sí más dispuestos a seguir buscando. Lo han hecho –desde el libre albedrío, el compromiso y el respeto- todos cuantos firman, y también quienes los escucharon, y los que nos alentaron y nos alientan. Lo han hecho incluso quienes nos prohibieron. Juzgue el lector los resultados.

Por nuestra parte, quede el agradecimiento expreso a los ponentes y alumnos del tercer encuentro de Arte y Crimen, ejemplares siempre en la reflexión y el debate, así como a la Fundación Provincial de Cultura de la Diputación de Cádiz, a sus responsables y a su personal técnico, por tanto apoyo.
ÍNDICE
1
Antonio Rey Hazas
Censura civil e inquisitorial de libros en el Siglo de Oro español
2
Patricia Martínez
Madame Bovary y la censura: de la forma artística como transgresión
3
Juan Terradillos Basoco
Baudelaire: proceso a los versos del mal
4
Rafael Galán y Leonor Acosta
“Un libro es un arma cargada en la casa de al lado”: el fin de la cultura y el apocalipsis en Fahrenheit 451
5
Luis Ramón Ruiz Rodríguez
Miroslav Tichý, o el castigo de la libertad
6
María Luisa de la Garza
Los corridos mexicanos, a juicio
7
Miguel A. Gª Argüez
Versos para sentencia
8
José Antonio Martín Pallín
La represión cultural del franquismo
9
Antonio Gómez Rufo
El cine de Berlanga y la censura durante la década de los 50
10
María Jesús Ruiz
Pequeña memoria censurada (libros infantiles en el exilio)
11
Gustavo Puerta
¿Somos capaces de aceptar que actuamos como censores?
12
Mari Karmen Gil Fombellida
La censura a escena: la actividad teatral vasca en el punto de mira (1970-1986)
13
Rafael Rebollo Vargas
La portada de la revista “el jueves” ante la justicia: el heredero de la corona como “vago voluptuoso y codicioso”
14
Guillermo Torres
Por qué no nos callarán
15
Manel Fontdevila
Martes y trece de la semana pasada
16
Juan José Téllez
Las censuras y otros misterios del periodismo español

Epílogo a cargo de Juan Terradillos